Me alojé con mi esposo y dos hijas (de 7 y 10 años) en Diciembre 2017. Nos dieron una habitación muy pequeña que nos quisieron hacer ver como que era cuadruple cuando, en realidad, no era más que una habitación doble, con cama matrimonial, a la que le habían agregado 2 camas simples en los espacios "libres". De hecho, una de las camas estaba en el pasillo de entrada a la habitación, dejando un espacio de tan solo 10 cm para pasar entre ésta y la pared. Tampoco había espacio suficiente para guardar la ropa de 4 personas.
La atención, horrible. Cuando fuimos a preguntar si habia posibilidad de pasarnos a una habitación más cómoda, más acorde a lo que habíamos contratado, el encargado (Roberto) nos trató de manera espantosa, diciéndonos con un tono sorprendentemente agresivo que "estábamos en Roma y que así eran las habitaciones". Ni siquiera se detuvo 5 segundos a considerar nuestra situación. También, cuando pedimos asesoramiento para viajar al aeropuerto, en la recepción lo único que les interesaba era vendernos un servicio de autos que ellos tenían, bastante más caro que el taxi que finalmente nos tomamos.
La ubicación es buena, a tan solo metros del Pantheon. Pero la zona es muy ruidosa y el ruido se siente muchísimo desde las habitaciones. El desayuno está bien (nada extraordinario, pero cumple).
No recomiendo este hotel, sobretodo si es para ir en familia y si se espera la calidad de un 4*. Imagino que debe haber mejores opciones en Roma.